No es la elección, sino el miedo al futuro que viene
Claro, en la actualidad, hay quienes, sin ser oposición, captan que lo que inquieta a los ahorristas es más el llamado “riesgo Javo”. Este concepto se refiere a la serie de errores que ha cometido el Gobierno en los últimos meses, el final del proceso de ajuste que se inició a fines de 2023, el posible cambio de Gabinete que ya adelantó el Presidente, y esa sensación de que podría haber una devaluación del peso justo después de las elecciones.
Los escenarios económicos que se dibujan son, en esencia, opuestos. Para algunos, una devaluación que estabilice el dólar en torno a los 2.000 pesos, buscando implementar una especie de dolarización de facto a partir de ahí. Para otros, cualquier movimiento debería ser mínimo, dado que una caída del peso perjudicaría al Tesoro norteamericano, que luego podría asistir con una dolarización más cerca de los 1.000 pesos, lo que les daría una ganancia monetaria.
Personalmente, creo que podemos esperar una mezcla de estos riesgos, así nadie podría señalar que nos equivocamos por completo.
La corrida del dólar
Desde el último día de diciembre de 2024 hasta el 4 de junio, el dólar retrocedió un 0,05% en promedio, mientras que las reservas del BCRA crecieron un 0,374% al día. Después de eso, el dólar empezó a subir a un ritmo del 0,23% diario, pero el aumento de las reservas se desaceleró a 0,13%.
Como suele pasar en días clave para el mercado, no ocurrió nada significativo. La Corte Suprema tomó decisiones en contra de CFK, se flexibilizaron controles relacionados al lavado en vehículos y viandas, y el Gobierno decidió bloquear la comisión del Criptogate y vetar el aumento a los jubilados. Sin duda, nada que explicara lo que se venía.
Huawei ya lo decía: “Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña tu filosofía”.
El precio del dólar
Desde enero de 1914, en Argentina, hemos tenido 48 elecciones. De esas, 22 fueron para elegir presidente, lo que genera más incertidumbre económica por la posibilidad de un cambio radical en la política. Las 26 elecciones restantes, como la de ahora, fueron solo para elegir representantes del Congreso, que pueden implicar cambios menores.
Históricamente, el dólar tiende a subir más durante los tres meses previos a una elección presidencial, comparado con elecciones solo legislativas. Este patrón puede ser más que un simple reflejo de la lógica; hay un trasfondo emocional y de memoria colectiva que se activa.
Puede que la visión actual parezca un poco difusa, pero los datos demuestran que antes de elecciones, los inversores no modifican el comportamiento del dólar de manera anormal.
Las reservas
Imaginemos que los “Javo Boys” tienen razón y que antes de las elecciones surgen picos de intranquilidad que impulsan a la gente a refugiarse en el dólar. Si eso es cierto, deberíamos observar una caída en las reservas acumuladas por el Banco Central en meses preelectorales.
Desde 1940, en 33 elecciones con datos fiables, las reservas cayeron 14 veces en el mes anterior a la elección, lo que representa un 42%. Durante los tres meses previos, se redujeron en 17 ocasiones, un 52% del tiempo. Esto sugiere que, aunque parezca que las reservas caen, la variación sigue siendo marginal y está muy cerca de lo que se podría esperar por azar.
Por lo tanto, no parece que el BCRA maneje la venta de dólares de manera atípica en períodos electorales.
¿Y por qué sube?
Las causas de la variación de cualquier activo son claras. Primero, los inversores pueden pensar que el activo está desfasado respecto a su valor intrínseco. Esa sería la visión retrospectiva. Segundo, y más relevante, es la percepción de que el activo está desfasado en relación a lo que podría venir en el futuro, es decir, las expectativas sobre posibles devaluaciones.
Si consideramos la inflación como un parámetro, el dólar debería seguirla a corto y mediano plazo. Cualquier aumento extraordinario del dólar en épocas electorales puede interpretarse como un reflejo de la inflación en alza o de la desconfianza entre los inversores.
A veces, como en la elección legislativa de marzo de 1965, el dólar subió un 8% durante seis meses previos, mientras que la inflación estaba en 2,6%. Eso claramente señala desconfianza. O en situaciones más extremas, como en la presidencial de 1989, donde el dólar aumentó un 79% durante la hiperinflación, lo que mostraba el temor de los argentinos hacia el futuro.
No obstante, en otras elecciones, como en 2015, 2019 o 2023, hemos visto comportamientos donde el dólar se mueve más que la inflación. Esto refleja la eterna búsqueda de los argentinos por un refugio seguro en el dinero.
Por todo esto, es posible que esa memoria del pasado y la búsqueda de certidumbres sean las que nos lleven a volcarnos al dólar especialmente cuando la confianza en el gobierno tiembla.